24/5/25

75. No lloro porque terminó, sonrío porque sucedió

 


¿Te has detenido a pensar en el poder que tienes sobre una persona que, en pleno ejercicio del amor, quiere pedirte perdón? En ese instante su vida está en tus manos. Es el mayor poder que puedes llegar a tener. 

Deseo que nadie en esa situación lo desperdicie, y sobre todo que sepa utilizarlo de forma responsable. Como decía el padre de Superman, "un gran poder implica una gran responsabilidad".

Esta es la historia de una relación truncada entre un padre y su hijo, rota cuando el niño apenas tenía diez años. Un padre que amó, con errores y aciertos, pero que lo dio todo desde el alma. Un padre alejado de su hijo por acciones deshonestas de la progenitora, y por errores propios, cometidos desde la impotencia de no saber cómo defenderse ante acusaciones falsas de agresión y abuso hacia su propio hijo.

Nunca un niño de diez años puede odiar a su padre por decisión propia. Cuando ese odio se inocula en un niño se necesita la manipulación emocional por parte de una madre para sembrar en la mente de su hijo pensamientos de rencor, que no son naturales ni instintivos. Pensamientos que se enraízan en una conciencia aún en formación, alimentados por una mezcla de "realidades" mal interpretadas y "verdades" inventadas desde la alienación materna.

Siempre tendrás una oportunidad para conocer la verdad. Siempre podrás dejar de ser juez y parte al dictado del odio de tu madre. Solo tienes que aceptar esta mano tendida de padre. Esta mano que te espera, que te pertenece, y que necesitas para poder ser, algún día, un hombre completo. Un hombre con sentido en su vida. Y no hay prisa hijo mío, te esperaré toda la eternidad y más allá.

Papá.

 

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